martes, 14 de agosto de 2012

El sobre mí y sus relatos


"¡Un brindazo al exitazo!" Solía decir un buen amigo cuando salíamos desde la tarde a "comernos alguito" al bar de la cuneta en la calle del mercado hace dos años, pedíamos unos tequilitas para empezar la ronda de amargos acontecimientos pre-adolescentes, cantábamos al son de la rockola añeja y sucia de aquellas melodías que ya no suelen escucharse, llorábamos con sentimiento cuando una de esas nos llegaba a lo más profundo del miocardio y empedernidos nos daban como las 3 de la mañana en la acerita de afuera de mi cuarto, escuchando los cuyeos e inventando constelaciones. Y si regresaba cabizbajo a casa era solo porque no encontraba lo que esperaba, un par de empanaditas acompañadas con chicha y chistes de doña Marta, la vecina regañona de la casa de al lado.

¿Qué puedo contarte de mí? ¿Qué soy un luchador de la cultura que me identifica? ¿Qué mis actividades principales son escribir, un poco de teatro, y mucho de danza, también algunos poemas para apagar mis rabias? ¿Qué reivindico la imperfección absoluta del ser humano como una bandera de rendimiento en plena guerra? ¿Qué soy un antiguo bohemio de peleas nunca triunfadas o de amores dantescos que dejaron mi cuerpo lleno de cicatrices? Ése soy yo, un chico común tratando de hablar de si mismo. “Enrique Villegas, mucho gusto." Eso es lo que siempre respondo.

Yo en realidad no se hablar de mi mismo, siempre han sido los demás los que han definido, los que me han criticado y algunas veces insultado, que se han interesando mas en vida que les ha parecido mas sabrosa que mis escritos obedientes a la buena ortografía. En todo caso, puedo decir que soy bastante selectivo y hedonista, trato de darme todos los placeres de la vida que estén a mi alcance porque soy un convencido que la tripa y la satisfacción juegan siempre un papel muy importante.

En política soy igual, aborrezco con mi alma las dictaduras, nunca me gustó que alguien pensase en mi lugar y siempre vivo recalcando después de haberlo leído en algún pergamino viejo; que prefiero la peor de las democracias como la que hay en mi país que la mejor de las dictaduras, eso lo he dicho muchas veces y a algunos no les ha gustado mi parecer, hasta he notado las inmensas ganas de corretearme y gritarme a viva voz mi nunca regresar a ese lugar, pero yo pienso que cada quien hace el trabajo que le corresponde.

Vivo en un departamento, en un segundo piso con muchísima gente en varios aposentos, seguramente esto cambiará muy pronto. Contiguo a la ventana de mi cuarto queda un balcón con una hamaca de plástico y una silla acolchonada, vista al patio trasero de la casa de los dueños y otro  de una casa de probables ricos antipáticos, justo donde me encuentro en este momento, el verano ya murió y el invierno aterrizó, por lo que logro ver un frondoso árbol verde, un garrobo y un pecho amarillo cantar al son de la ranchera que suena vagamente por ahí.

Hace unos minutos tomando malta, bajaban por mis mejillas frías lágrimas de nostalgia al leer una vieja carta de una amiga y una foto de retrato que encontré entre mis garabatos escondidos, precisamente el pedido era este, una nota sobre mi y mis secretos, un escrito de locuras tipo yo, con técnica malabarística y otras cosas prohibidas, pero "que difícil se me hace mantenerme en este viaje". Y aunque tengo que decirlo; no fue el pedido lo que me hizo llorar, si no el recuerdo de mi barrio, uno lleva su natalidad pegada en la piel y la nostalgia en definitiva cosquillea terroríficamente mi cuerpo. Pensar en la familia, en los olores y sabores, en los amigos que sabían sonreír amablemente siempre me hace poner un poco melancólico. Entonces traté de secarme las gotas que me impedían ver ahora lo que era el árbol y el garrobo.

Fue entonces cuando recordé; desde niño tuve la costumbre de secarme las lágrimas con mis dedos y llevarlas a mi boca, seguramente como una forma de que los recuerdos regresarán a mi y no volviesen a escapar, me sabía delicioso el salado en mi paladar, recordarlo despierta en mí ese gusto sensual de mi primer amor, alguna vez intenté hacer lo mismo y el sabor fue otro; no sabía porque pero me asusté claramente, ¿Será este sabor rancio y amargo el mismo de las pesadillas de terror de mis 4 años? Me pregunté sutilmente. Pero es que con asuntos de adivinar soy como con mis amores, nunca sé con cual quedarme. De repente me exalté cuando una señora en la casa de arriba me decía: "Oh perdone joven". En realidad, no era lágrimas, era la señora que estaba lavando el piso de su viejo balcón y el agua caía por gotas sobre mi cara.

De todas maneras ya es un poco tarde y antes de hacer otras cosas me dije que valía la pena responderle a esa Musa Soñadora que trata de conquistar sus locuras con su página de twitter. En ella se siente un "haz" de fortaleza, siempre tengo respeto por esos que pueden morderle el codo a sus fracasos. Y como ya no sé que más decir, solo queda finalizar con una leve sonrisa y un poquito de impaciencia para mi próxima añoranza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por tu comentario.
Saludos, Kike